sábado, 3 de julio de 2010

Cantito a la inmovilidad

En el aire que se escapa por la ventana se fue la imagen
esa gigante
Una más de las tantas que me aplastan con sólo aseverar
la nada
Qué nadas gigantes que explotan en ese aire que se torna gris
se torna grisáceo
se torna blanco
se vuelve negro
Él solito, él autónomo
decide variar.

¡Por la inmovilidad del mundo!

¡Por el estimulo desestimulado en una camita de sábado
con yo misma y con yo otra!

sábado, 26 de junio de 2010

OTEL GARAY


La lavandina le importa como oro a Madame de Steal.
Un poco de blanco entre tanto negro, dicen que dice al volver del mercado.
Se le pianta una lágrima cuando escucha que otra vez el Uri cambió el celular.
BUAH, BUAH. La primera llora porque fue primera y se le dio de más.
Después se educará al caminar.
Madame de Steal refriega un piso que permanece gris.
Refriega una ventana que trasluce opaco.
Revuelve un arroz de perro para la familia.

sábado, 19 de junio de 2010

Ana no es Ana.


Qué te ahogue, te atrape y te lleve, aun, al fondo de algo. Qué no se pueda precisar en donde nace, cual es el punto exacto desde el que fluye. Es tan pero tan poderoso que guía ejércitos y genera llantos interminables con espasmos de un feo color ocre.
Un huracancito desnivela el hogar de Ana y ahora hay que intentar reconstruir, eso ultimo un clarísimo comentario del archiconocido Pablito Palacio. Faltan faltas de todo y los agujeros toman la casa minuto a minuto. La cara de Ana es de pánico, pero el agua en la pava continua su viaje en línea ascendente y eso ya es algo. Ante el primer hervor, como es costumbre, los rostros se embellecen. La ronda improvisa en el piso unos biscochitos baratonguis del almacén de abajo y la nostalgia se aparta. Ahora hay que hablar.
Fiacosa Ana le esquiva al bulto y es el optimista el que hace la pregunta incisiva por su sexo. ¿Qué les ocurre que no cogen?- Los ojos de la pequeña multitud se expanden y la acusan.

domingo, 13 de junio de 2010

Mariposas narigonas

Qué se ahoguen los afanes de otros
Se hundan en un más allá que esquive
un ser
rompible
astillable.
Be carefull, please!
Soy uno,
el que se acuesta, se sienta a la mesa y escucha.
Pausa de té
para poder ser el ser que
duerme, come y habla.

Se viste y acata. Ya ve venir
Una cantidad de mariposas narigonas
¡Agobiantes!
Aletean y el sonido en sordina hace eco.

Un solo afán de uno sólo
De uno mismo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Muestra de Pintura - conexiones...



tu amor me enloquece...
autora: Valeria Sena
técnica: mixta sobre papel



un día cargado de violencia (p.p.)
autora: Valeria Sena
técnica: pintura asfáltica



la violencia que fluye del pincel.

"Violencia y llanto mal contenido. No lo entiendo, ¿se puede ser cruel y seguir sin más? La bronca me brotaba como la peste, quería salir de mi a cualquier precio. "

domingo, 11 de octubre de 2009

frío, frío

La tarde crucial frente a un hombre en su vida incomparable de hombre: sus ojos, el valor del silencio, su advertencia, su disposicion sin atenuaciones.
Esas dos frases únicas que terminaron brotando al influjo a su vez incomparable de haber llegado hasta sus delimitaciones. La luz amortiguándose y de improviso los dos torsos que se inclinan como si un motivo por demás inquietante estableciese el acuerdo de preferencias.
Un hombre que desagravia por entero el aturdimiento de haberlo perdido todo sin comprender para nada el motivo.
La tarde crucial, el ahogo único imposible contra sus manos providenciales.
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Néstor Sánchez- "Devociones" en La condición efímera.

viernes, 10 de julio de 2009

Impertinente

Se abre de piernas, parada, deteniendo la pared y los intrusos. Aquel la observa con una pasividad que asombra. Se siente aun incomodo por el devenir de los hechos. Siempre ella lo movilizó, no entendió mucho y jamás se hubiese visto en esa oscuridad que penetra.
Se despidieron esa mañana y ella le acusó de no entender, de dejarla ir. Él fuerte del brazo le demostró que los chistes dejaban de ser sugerentes para volverse negros.
Cuando ya la ha visto lo suficiente su mano urgente la toca, la palpa. Los labios no llegan a besarla y sólo bajan, urgen. Hierven los cuerpos llenos de tensión.
Le tapa la boca y la ira crece cuando percibe que ella no tiembla. Un nene grandote y bruto en manos de la impertinente pendeja.

sábado, 13 de junio de 2009

Ingrato

Ingrato. Miro la ventana y la oscuridad y sé de vos.

En otro tiempo que recorres
Corres
Te alcanzo desganada
En cuatro patas

Grito.
Intentas alzarme, llevarme.

Ingrato, no ves?

viernes, 29 de mayo de 2009

No me enorgullece

V-
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Violencia y llanto mal contenido. No lo entiendo, ¿se puede ser cruel y seguir sin más? La broca me brotaba como la peste, quería salir de mi a cualquier precio.
Mi progenitor era un problema, y sólo por casualidad era el problema de todos los que seleccionaba para estar a mi alrededor. Diego y aquel otro, el de los ojos claros padecían la misma enfermedad, y esas, mis hermanas, también.
Se mezcla un odio con el otro. La raíz de este sentimiento que diezma mi racionalidad es la misma. Acepto pero no comprendo y un día la cara de póquer falla. O peor su cara falla y mi mirada se queda esperando.
Uno de ellos no puede escapar pero el otro se esconde bajo su cama. Pide tres veces con los ojos bien cerrados ser un niño para siempre, no crecer. Le gustaría abrirlos y ya no estar en su dormitorio de la casa paterna con paredes azul- celeste pero no hará algo para cambiarlo. Todo implica mucho esfuerzo. Una mujer implica mucho esfuerzo. Jugarse nunca, sólo jugar.
Lo llamo con la mente, le grito pero me destruyo por querer luchar por un imposible. Guevara...guevarista y suicida. Me habla, reaparece de vez en cuando para reafirmar su lugar. Yo lo atiendo rápida, semi enojada. Pero el bueno de Dieguito ya me conoce, sabe que no tardo en obedecer.
Esa tarde como miles que van, la convenzo a ella para que nos deje a solas. Un gran reencuentro después de un mes. Él está con nuevos proyectos, el día anterior me cuenta que filmó por fin un corto. Voy a ser yo la dichosa en verlo completo por primera vez. Me enamoro como nunca, lo idealizo como siempre.
Ahí está él, firme, serio. No trajo el tape porque se lo quedo un amigo, otra vez será. Lloro por dentro pero no tanto como después de encontrarme desnuda a su lado. Porqué se gastará en convencerse, en convencerme que no es así.
- Yo no puedo acostarme con alguien si no lo siento, sino lo quiero aunque sea por ese instante- me dice ella y coincidimos. Pero sufro por darme cuenta de lo que dice, de lo que digo tan suelta de cuerpo. Él me quiere, me adora de vez en cuando. Diego se fue huyendo luego de un llamado incomodo a mi celular. Era el verdadero, y realmente quería verme. Corté sabiendo que le estaba dando el perfecto pie. La salida teatral que añoraba.
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VI-
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Porqué no me resigno a dejarlo ir. Ese que doblo la esquina y no se dio vuelta, el que camina por mi ancha vereda de San Telmo, ese nunca fue lo que yo quise. No colmó jamás mis expectativas, ni siquiera ayudó a palear el mal rato. Sólo estaba, molestaba. Pero como las perras de mis padres con las cuales debía convivir me hacía sonreír y despejarme. Caminar. Siempre fue bueno caminar, es bueno hacer ejercicio (un legado de otro hombre).
Porqué no me resignaré a admitir que es poco, que nivelo para abajo y me contento rápido. Es buena nena, no se queja, no llora y come lo que le dan sin dejar miguitas. Gauchita la pobre, tonta sentimental.
Abro la puerta y comienzo esa rutina que adoramos los que tememos a la depresión. Ayer volví a mis clases, otra vez aquel edificio decadente, esa horrible fábrica quebrada. Y Diego que parecía esperarme en el maldito segundo piso se percato enseguida de mi molestia. Siempre rodeado de chicas y yo sonrojada y nerviosa como si hubiese sido la que lo plantó impunemente. Se acercó y me susurro al oído lo linda que estaba y que aquellas lo aburrían. La pedantería me gusta, soy masoquista y lo que el mundo detesta a mi me enamora pero esa escena excedía mi tolerancia. Me acompañó a mi aula y prometió pasarme a buscar al terminar nuestros teóricos. Quería hablarme, saber de mi, pero como todas sus promesas nunca se cumplieron.
Yo no lo esperé y me fui sonriendo de tristeza, conforme. Había aprendido.

sábado, 23 de mayo de 2009

No me enorgullece

III-
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Cansada. Agotada. Agobiada emprendí el viaje de seguir la vida. Cruce la calle y me fui con él. La canción favorita de mi prima se escuchaba de fondo en algún auto exaltado de hombres jóvenes y borrachos.
Pasear por la ciudad siempre fue uno de mis pasatiempos y hacerlo de a dos era completar, como en el pasado. El rumbo elegido era hacia el río, hacia el mar, no importa, dos lugares que hoy me gustan. La costanera con el agua a un lado te hace hablar, divagar y aquel era de ese tipo de hombres.
Otra vez me case de blanco cuando me hablaba dulce, me tomaba de la mano y me susurraba. Nunca fui una persona fácil y rápidamente me deshacía de la idea de él, de un nosotros. Una semi entrega al fracaso, así.
Caminamos mucho por ese atardecer que se fue desenvolviendo en el silencio. Ese que yo aprendí a amar con el tiempo y que sabía él detestaba. Era una de mis pequeñas revanchas. Su andar variaba al estar tenso y la situación que él creía dominada poco a poco se le estaba volviendo en su contra. Yo hacía la nada, yo desaparecía en su presencia y lo descolocaba.
Llegamos a la esquina de Paseo Colón y Humberto Primo, Diego me toma violentamente y me besa en uno de sus adorados besos interminables.
- Besá bien – me dice y me río con más ganas que nunca, me fluye la risa como el Río de la Plata ahí nomás, tan cercano.
Venganza dos, pienso y sigo sonriendo ante su cara de orto. No quería todo esto, quería que me abrace, quería que los susurros y los besos fueran reales, como si lo eran mis simples mensajes, mis lentas caricias.
Me imagino dos trenes por vías perfectamente paralelas que se dirigen en direcciones perfectamente opuestas...lento...se cruzan...vibran, posiblemente uno más que el otro. El más débil queda fracturado por dentro, el otro pasa, pasa y nada más.
Él quiebra mi silencio, habla, interrumpe el zumbido de mi oído izquierdo, ese del que oigo un poco menos. Lo miro como ausente y se nota, quiero que lo note. Ya estamos por la costanera y por el viento. Decido bostezar en el momento exacto en que una mujer nos pregunta por una dirección, por una de esas torres conchetas perdidas entre los árboles. Mi desprecio ante la dama y no el que había tenido hacia él todo el camino lo frena, lo enfurece.
Su “-Que carajo te pasa?” por primera vez me da miedo. No quiero estar en ese lugar público pero indiferente. Cuando me toma del brazo con descuido se me cae leve, casi imperceptible, una lagrima. Diego no reaccionó ante ninguna de mis agresiones, mis venganzas, pero no pudo verme así. Mi cara de terror debió ser muy clara. Vuelve a jugar, vuelve a ser el novio y vuelvo a desmoronarme en nuestras manos entrelazadas. Otro día sin establecer posiciones. Un paso más al costado, nunca adelante.
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IV-

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Uno más de mis domingos solitarios, pienso y re pienso que quiero dejarlo, que quiero que desaparezca pero para siempre. Pasa una, dos semanas y Dieguito, el dulce se reincorpora a mi vida de mierda. Una sonrisa y un comentario desentendido me ubican como una loca paranoica, como la mujer absorbente a la que tanto le temo. Sos vos la fría que no le da nada o es él otro maldito infantiloide que te perturba la vida. Algo ya te decía cuando ingresaste a esa facultad que los hombres allí eran extremadamente femeninos, post post modernos, divas.
A partir de hoy mi vida será ascética, cero contacto con el exterior, apago el celular y no más conexión al maldito chat por el que él vive su vida.
¿Ascética? No te mientas más. El castigo no surte efecto. Me despedí el último domingo y le advertí que no me encontraría ya más en su listado de nombres ocurrentes y charlas superficiales. Despreocupadamente el Diego que nunca entiende nada, porque no le importa, me soltó un simple “-Nos vemos”. Y el témpano de hielo a derretirse en llantos de impotencia .
Entonces vuelve a desesperarme, le pasa la vida, lo atropella y él delante del lente de una cámara. Es un adolescente que me enloquece y que logró involucrarme en su vacío.
Escucho la puerta, bajo y su cara de orto nuevamente me recibe. -No se te encuentra y vine a verte-, me dice suelto. Me extrañó y me desea, y la caminata se reanuda perpetuamente en dirección al mar. Hoy no quiero el silencio, quiero gritarle que es un cínico hijo de puta, pero sus besos lo frenan y le sonrío atontada.
Sigo la vida, porque parece eso lo único que sé hacer. Permanecer, resistir. Pero no quiero eso Diego, quiero la pasión que el hombre perdió con la modernidad, con el SIDA y con los clones. Nos desplazamos una vez más. Tormentosa tarde, comenzó a llover y se fue. Esto, como todo, lo puso de mal humor. Yo me excuse que el clima ha sido muy caluroso para el otoño, que hay sequía y que se yo. Otra vez sola.
 
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